Origen de algunos chilenismos (Parte II)

A continuación, revisaremos algunas expresiones chilenas bastante comunes, pero que no tenemos idea de dónde se originan.



Tirar el poto pa' las moras: Primero destacar que la palabra poto, que en Chile usamos para referirnos al trasero, nalgas, culo, posaderas, etc. proviene de la cultura moche, índigenas originarios del Antiguo Perú que se desarrolló entro los siglos II al VII en el Valle del Río Moche. Fue una de las lenguas generales habladas en Perú al momento de la conquista española. Utilizaban esta palabra para referirse a los mates donde guardaban y bebían chicha. Por la similitud de forma entre la vasija y el trasero femenino, también se usó para designarlo a éste. El término también se encuentra en el quechua y, como esta lengua llegó a ser el habla oficial del Imperio Inca, fue absorbido por algunos mapuche que tenían comercios con ellos. Desde ahí, nos queda a nosotros y a los pueblos el cono sur.

Mates, calabazas utilizadas como recipientes
Aclarado este punto, puedo indicar que la expresión tirar el poto pa las moras, se utiliza para señalar a una persona que se acobarda ante una acción o se arrepiente y no cumple con lo prometido. Y nace en semejanza a las vacas que, cuando no quieren ser montadas por el toro, voltean sus ancas hacia las zarzamoras para que el macho se lastime y no quiera hacerlo más. 

Darse vuelta la chaqueta:  Esta expresión es muy utilizada, tanto en Chile como en los países de habla hispana y alude a una persona que cambia de opinión de acuerdo a las circunstancias. Hay distintas explicaciones a su origen y ahora comentaré algunas:

En el siglo XVI, hubo revueltas sociales y guerras que fueron motivadas por la Reforma Luterana que surge en Alemania. El papado y los luteranos se enfrentaron de todas las formas posibles y cada bando, para distinguirse del otro utilizaba determinados colores en su capa y jubón. Muchos, con el fin de hacerse pasar por un oponente o para evitar sufrir las consecuencias estando en inferioridad de condiciones, volteaba sus prendas para no ser distinguido como un enemigo.

Revueltas de campesinos alemanes

También se le atribuye a Carlos I duque de Saboya, Italia. Este personaje se hizo famoso por tener un jubón que por un lado era rojo y por otro blanco. De esta forma, negociaba según sus intereses con España y Francia. Para ir a España, lo usaba en rojo y para conversar con los franceses, lo usaba en blanco.


Carlos Manuel I Duque de Saboya

Los chilenos también tenemos nuestra propia idea del origen de esta frase y cuenta que, durante la Guerra Civil de 1891, el entonces presidente don José Manuel Balmaceda entró en conflicto con el Congreso que pedía su destitución por aprobar el presupuesto sin la autorización congresista. Fiel a sus principios, organizó una resistencia armada y comenzaron las luchas. Luego de varios encuentros, el Congreso salió vencedor en la Batalla de Placilla y Balmaceda se suicidó en la Embajada de Argentina. Pues uno de los generales balmacedistas, al ver que los congresistas ganaban cierta batalla, ordenó a sus tropas que voltearan sus chaquetas cuyos forros tenían el color de las chaquetas enemigas, y de esta forma salvaron la vida.

Muertos en la trinchera, batalla de Placilla

Cortar las huinchas: En primer lugar, aclarar que la palabra huincha, viene el quechua wincha, que quiere decir cinta de lana o algodón. En tiempos precolombinos, se hizo conocida en Chile a través de las rutas comerciales establecidas con el imperio incaico. 

La expresión mencionada se utiliza cuando una persona está demasiado ansiosa por hacer algo, entonces decimos, está que corta las huinchas. La frase nos remonta a la época de oro de la hípica de nuestro país, cuando no existían los partidores automáticos de hoy y se utilizaba una cinta para contener a los caballos antes de que largaran. Un animal muy ansioso o inquieto, podría, eventualmente cortar la huincha y salir a la carrera antes de lo anunciado.

Club Hípico, Archivo Histórico

Voy a la pega: Al contrario de muchas expresiones de nuestra habla que tienen distintos orígenes y se utilizan en varios países, esta es netamente chilena. Resulta que antiguamente las calles eran de tierra y, como un sello de modernidad, se comenzaron a utilizar los adoquines para pavimentar las arterias principales. Es un trabajo engorroso y lento, ir pegando las piedras una a una hileras eternas, por lo tanto, la mano de obra requerida era mucha. Los obreros que tenían por trabajo el pegar a mano estos adoquines, eran gente común, del pueblo, el típico roto chileno. Acostumbrado a hablar recortando las oraciones, cuando le preguntaban donde iba, contestaba voy a la pega (a pegar adoquines) o cuando le preguntaban en qué se ganaba el dinero, simplemente decía en la pega (de adoquines). Con los años y el uso, el término se popularizó y quedó como un sinónimo de trabajo.

Pegando adoquines
Güitrear: Se le dice al acto de vomitar, especialmente, luego de una fuerte ingestión alcohólica. Según don Oreste Plath, el término viene de buitrear o hacer el canto del buitre, por el sonido que hace el ave al regurgitar. Por lo tanto, de cantar como el buitre al infinitivo buitrear, un paso. Luego la deformación lingüística hizo el resto y actualmente se escucha güitrear.

Buitres

Tener la manga ancha: la frase se asocia a personas permisivas o suaves en los castigos y el origen también es variado, dependiendo si es español o chileno.

En el primer caso, cuentan que los curas dominicos eran bastante más relajados en su adoctrinamiento cristiano y sus vestimentas estaban compuestas por hábitos de mangas anchas, a diferencia de los jesuitas, más austeros y estrictos. Era mucho más conveniente entonces, confesarse con una cura de mangas anchas, es decir, dominico, que con un jesuita, bastante más severo.

Hábito de los curas dominicos

También encontramos que el origen de esta expresión podría estar en los conventos del época colonial del país, cuando, ya fuera por conveniencia económica o por vocación, un alto número de mujeres entraba a la vida monacal. Dentro de un estricto horario, entre oraciones, trabajo espiritual y ayunos, una vez al día, las religiosas tenían derecho a recibir visitas en el convento pero en un lugar determinado y siempre acompañada de otra que estaría vigilando y escuchando todo. Pese a toda esta vigilancia, habían hombres que, entusiasmados con el aire místico de algunas religiosas, iban todos los días a verlas. A esto se le conocía como devoción. Ocurría a veces, para éxtasis del devocionario que, disimuladamente y como por casualidad, pudiera tocar la mano de su anhelo escondida entre la manga ancha del hábito. Es más, hubo reportes de pequeñas cartas o regalos como relicarios o guardapelos, que pudieron ser dejados en la famosa manga.

Sor Francisca Teresa del Niño Jesús




Fuentes:

- Diccionario etimológico de Chile. Valentín Anders
- Historia de la vida privada en Chile. Rafael Sagredo
- Baraja de Chile. Oreste Plath

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