Las mujeres de Pedro de Valdivia: La hechicera María de Encío

Recapitulemos: Pedro de Valdivia nace en España, se educa como soldado y cerca de los 30 años, se casa con una niña de 14 llamada Marina Ortiz de Gaete. Vive con ella durante 10 años en Extremadura hasta que un día, llega Jerónimo de Alderete contándole que están buscando gente dispuesta para empezar una nueva aventura allende los mares. Ni corto ni perezoso, agarró Valdivia la dote de su mujer, se embarcó y no la volvió a ver. Ya en las Américas, participa de unas cuantas batallas y se entera por boca de Diego de Almagro, que al sur del Cuzco, más allá del desierto, hay tierras inexploradas y decide partir a fundar ciudades, para dejar fama y memoria de él. Para ese momento ya mantenía una relación con Inés de Suárez y se la lleva consigo, esto sería en 1541. 


En el año 1548, luego de haber pasado muchas peripecias, intentos de asesinato, motines y rebeliones tanto de los indígenas (que no se dejaron conquistar así tan fácil) como de sus propios soldados, se encuentra Pedro de Valdivia en Lima cuando es llevado a juicio, acusado de codicia, nepotismo y amancebamiento. Es absuelto de los cargos pero se le ordena dejar a Inés de Suárez: la casa con otro o la manda a Lima de vuelta. Para no perjudicarla, la casa con un amigo suyo. Hasta ahí, vamos con la historia, porque cuando acató la sentencia, tampoco quiso quedarse solo y se trajo a Chile no a una mujer nueva como amante, sino a dos. Hoy hablaremos de la más polémica de ellas, no tanto por lo que ocurrió cuando estaba con Valdivia, sino por las cosas que hizo después; fue acusada de brujería, asesinato, maltrato a los indígenas y otras cosas. Ella fue doña María de Encío, abuela paterna de Catalina de los Ríos y Lisperguer, la Quintrala.


María de Encío Taboada y Portal Camba y Ródenas, era una mujer joven y hermosa cuando la conoció Valdivia. El conquistador había viajado al Perú buscando la confirmación de su nombramiento de Gobernador por parte de las autoridades pero se enredó en batallas peleando en favor de Pedro de la Gasca, Virrey y sacerdote quien debió aplastar una rebelión por parte de Gonzalo Pizarro. Valdivia, soldado y estratega, estuvo en el bando de los vencedores y consiguió oficializar su cargo y otras cosas. En ese tiempo conoció a María de Encío, española venida desde Galicia; su hermano Juan de Encío fue uno de los financistas para el expedición de Pedro de Valdivia, de ahí el nexo.

Según algunas fuentes, llegó a Chile en 1546 para vivir como amante de Pedro de Valdivia. Según otros, se habrían conocido con Valdivia en Perú, durante los años en que estuvo peleando por de la Gasca y mientras duraron las acusaciones en su contra.

El hecho concreto es que Valdivia viajó a Perú en 1547 y no se hace mención alguna sobre mujer española salvo de Inés de Suárez. 

Una vez emitida la sentencia absolutoria de Pedro de la Gasca, en Noviembre de 1548, Valdivia tenía seis meses para separarse de Inés, es decir, los primeros meses de 1549. Sólo cuando decide regresar el 02 de enero de 1549, se embarca en el San Cristóbal, lo hace junto con María de Encío y Juana Jiménez, ama y sirvienta, amantes ambas de él.



Vivió con Valdivia un tiempo, hasta que se supo que la esposa venía en viaje y fue casada con Gonzalo de los Ríos y Ávila Baena Mendoza Enriquez de Cisneros, un capitán de plena confianza de Valdivia, que viajó con él desde Perú, fue Mayordomo del Cabildo, Procurador y Alcalde, además de tener encomiendas y terrenos. Ella tendría alrededor de 20 años y él pasaba los 30, pero al parecer, habían diferencias entre ellos. Anteriormente, Gonzalo de los Ríos había estado casado con Catalina, una mulata (otros dicen morisca) criada de Inés de Suárez. Al tiempo después, ella consiguió anular ese matrimonio aduciendo haberse celebrado en contra de su voluntad y cuando ella no tenía edad suficiente, apenas 8 años.

El matrimonio de los Ríos y Encío fue uno de los más acaudalados de la época. Pedro de Valdivia la dotó de tierras y encomiendas por su matrimonio con Gonzalo y éste, en su calidad de conquistador y fundador, ya era hacendado. En sus terrenos se establece el primer ingenio de azúcar el país.



En 1579 el escándalo se armó en Santiago cuando doña María fue llevada a Lima, a las cárceles secreta de la Santa Inquisición porque había sido acusada, entre otras cosas, de brujería y justificar el aborto. Escencialmente, los testigos acusaban haberla escuchado decir que "si una mujer casada o doncella se sentía preñada y no de su marido, por encubrir su fama podía matar la criatura en el vientre o tomar cosas con que la echase" y aunque se lo contradijeron y reprendieron, siempre se quedó en su opinión; y que diciéndole que no azotase a unos indios, dijo: "vive Dios, que aunque venga San Francisco de el cielo , o me lo mande San Francisco, que no los tengo de dejar de azotar"; y que hacía trabajar en un ingenio de azúcar que tenía a los indios y negros los días de fiesta, y comía carne en viernes y sábado e impedía los matrimonios, y que era casada dos veces, y miraba las rayas de las manos y creía en sueños y otras supersticiones y consultaba las indias tenidas por hechiceras.

Ella se defendió diciendo que "estando para ajusticiar a un hombre, que podría otro jurar que no había hecho aquello, por salvarle la vida, y que le parecía que aquello era caridad". También confesó que había pedido a una india que le declarase si un hjo suyo que estaba en la guerra, estaba vivo o muerto. Sobre mirar las líneas de las manos, dijo que algunas veces las miraba porque había escuchado que "quien tiene una raya larga, tiene una vida larga y que no sabía cosa ninguna". Que había pedido a un fraile que casase a las indias con sus iguales y no con los negros porque ellas los mataban luego, y de esta forma había perdido 10 o 12 esclavos. Sobre su bigamia, contó qu siendo niña en España, a los cinco o seis años, le dijo su madre que la querían casar pero ella no se acordaba si las habían casado o no porque no vio clérigo ni la llevaron a la iglesia, después el novio se había ido a las Indias y no se supo más de él.


También confesó que siendo moza y habiendo su marido en amores con ciertas indias, pidió a una que le diese algo con que la quisiese mucho y ella le dio una raíz que llevó colgando en su pecho hasta que el cura confesor le dijo que era pecado. Que le había dado un empujón a un clérigo por haberla sorprendido en malos pasos y que desde hacía veinte años que ayunaba viernes y sábado.

Fue condenada a que abjurase de levi (es decir, faltas menores) y que pagase mil pesos ensayados y otras penitencias espirituales.

Lamentablemente para ella, el proceso se demoró más de lo esperado y, no teniendo dinero en Lima, lo pidió a su marido en Santiago, pero éste tardó más de un año en hacerlo llegar a Lima pese a ser administrador de las minas de oro del Marga Marga, entre otras cosas. En una solicitud de libertad bajo fianza fechada en Marzo de 1581, doña María de Encío aun está en las cárceles secretas.

Hay que señalar que de los once testigos en su contra, unos estaban ya muertos, otros no los pudieron encontrar. De los restantes, se comprobó que eran enemigos declarados de ella: uno era un fraile dominico confeso enemigo y otros fueron criados en su casa que tuvieron pleitos con ella siendo expulsados.


No se sabe exactamente cuando volvió, pero años más tarde, ya viuda, fue nuevamente acusada con escándalo. Se decía que había matado a su marido vertiendo azogue (mercurio caliente) por su oído mientras dormía, según indica el Obispo Francisco González de Salcedo, en una de sus cartas dirigidas al Consejo de Indias en 1633, recogida por Vicuña Mackenna.

Finalmente muere en 1603 "declarándose pecadora y no enuncia haber vivido como buena cristiana. Manda que su entierro sea presidido por cruz alta, que se le diga misa cantada de cuerpo presente y que su cuerpo sea acompañado por el cura y el sacristán de la Catedral de Santiago".
 



Fuentes:
- Precursora del aborto en Chile. Virginia Vidal. Revista Punto Final
- Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. José Toribio medina
- Los Lisperguer y la Quintrala. Benjamín Vicuña Mackenna
- Historia Crítica y Social de la ciudad de Santiago. Benjamín Vicuña Mackenna
- Inés del alma mía. Isabel Allende
- Ay, mama Inés. Jorge Guzmán
- Historia de la vida privada en Chile. Rafael Sagredo
- Las mujeres en el Reyno de Chile. Sor Imelda Cano Roldán   

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