La Infidelidad Colonial




Si bien en Chile, el matrimonio es considerado como un contrato civil entre dos personas (hombre y mujer), en la época colonial, existía una variedad de relaciones adicionales al matrimonio que con frecuencia se presentaban y eran aceptadas por la población.

En una sociedad en construcción, fue muy importante mantener el linaje y honor a través de los hijos concebidos en matrimonio legal. Pero eso no impedía que tuvieran otros hijos con mujeres con quienes no se podían casar. 

Altamente clasistas, los españoles no se casaban con quienes estuvieran fuera de sus esferas sociales, es decir, nobles con nobles y plebeyos con plebeyos. Al llegar al Nuevo Mundo, se sentían superiores a los nativos, más adelantados y guiados por Dios a un mundo ignoto y hereje. Tomaban a las mujeres pero no se casaban con ellas. 

Muchos de estos hombres estaban casados en España y, aunque el matrimonio les exigía fidelidad absoluta, el adulterio, dio paso al amancebamiento, que era delito, pero que se cometía con la aquiescencia de todos.

Como decía, esto era delito penado por la ley, pero era tal el nivel de amancebamiento que había, que pasaban años antes de que se acusara a alguien de esto. Por ejemplo, Pedro de Valdivia, quien fuera el primer adúltero en llegar al país, hizo vida marital con Inés de Suárez, una viuda que conoció en Perú y se trajo a vivir a Chile, mientras su esposa Doña Marina Ortiz de Gaete, seguía en España. Solo a través de una denuncia a los tribunales por desobediencia a la autoridad real, tiranía con sus subalternos, codicia insaciable, irreligiosidad y la práctica pública de costumbres inmorales, por su relación con Inés de Suárez, pudo llegar doña Mariana al reino de Chile. A Pedro de Valdivia se las cantaron bien claras: o vivía de acuerdo a las leyes de Dios y el Rey con su legítima esposa o le quitaban títulos y riquezas. Así que casó a doña Inés con don Rodrigo de Quiroga, una capitán de su confianza. A Inés de Suárez, no la volvió a ver.



El clero no se salvaba. Don Rodrigo González Marmolejo, primer obispo de la recién fundada ciudad de Santiago, fue reconvenido por estar al tanto de la situación ilícita que vivía don Pedro y no hacer nada, ya que comía en su mesa y era asiduo visitante de la casa que compartía con Inés de Suárez. Se dice que fue él quien le enseño a leer y escribir a doña Inés.  Incluso más, también se le obligó a casar a una indígena que vivía con él, doña Inés  González, para evitar habladurías.  Si hubo o no relación entre ellos, los documentos no lo aclaran.

Para diferenciar los conceptos, podemos aclarar que adulterio es aquella relación sexual que se da entre dos personas estando uno o ambos casados con otros. Puede ser esporádica o consistente en el tiempo. Adúltero era don Rodrigo Vega y Sarmiento, quien, en 1571, escalaba el muro de la casa de don Cristóbal Sánchez para acostarse con su mujer. O el Fiscal de Audiencias, don Juan Cárdenas y Solorzano, quien mantenía una relación ilícita con doña María de Astorga y para verla, se vestía de mujer. 

El amancebamiento, es cuando una pareja hace vida marital sin estar casados entre ellos y una o ambas partes tienen otro matrimonio legal. Por lo general, eran relaciones paralelas que se establecían entre personas de distintas clases. Como puede ser un español casado con española pero que tenía otra casa donde vivía con una mestiza. En ambas tenía hijos y esto estar tolerado por la sociedad. Aunque fuera delito. Pero para eso, debía existir una denuncia y no era grato exponer así la vida.  Como era el caso de don Francisco de Meneses, Gobernador de Santiago, quien mantenía en amancebamiento a la hija del Maestre de Campo, don Francisco de Saravia. Incluso había hijos naturales de la pareja.



A veces, estos dos casos se sucedían, como en el caso de don Gil de Vilches, quien mantenía una relación adúltera con cierta dama casada y, cansado de la situación, una noche escaló los muros de la casa y se robó a la mujer frente a la oposición del marido. El adulterio, pasó a ser amancebamiento.

Mención especial merece un señor, alto funcionario español, llamado José Meneses, quien tenía dos amantes regulares: una era una mujer casada que mantenía escondida de su marido por estar criando un hijo de ambos y la otra, era la hija de un notable caballero. Luego vino doña Elvira Tello, casada y adúltera, que por este motivo fuera enviada al monasterio de Santa Clara pero inventaba raptos y enfermedades para estar con don José. La enviaron a la casa de su abuela, pero ella se escapaba por las noches saltando la ventana e iba a la casa de su amante... Interesante sería encontrar un retrato de don José, para saber si realmente se merecía la fama.

Otra vínculo poco claro, era la bigamia. Al ser el reino de Chile tan largo y las comunicaciones entre sus poblados tan lentas, era fácil engañar en lugares distintos. Como el caso de un esclavo negro, acusado de estar casado en Quillota y Santiago. Acusación de la que se declaró inocente, porque cuando estaba en Quillota, solo estaba con su mujer e igual caso cuando estaba en Santiago. A su modo de ver, era fiel... a ambas.

Por último, puedo mencionar la barraganía. Esto es cuando una pareja hace vida marital pero como son de distintas clases sociales, no pueden contraer matrimonio. Esto no sería impedimento para contraer matrimonio oficial con otras personas. Los hijos nacidos bajo este vínculo, tenían derechos aunque no plenos.



Todas estas situaciones irregulares, vinieron a conformar las familias de este país. La cantidad de mestizos, hijos naturales o hijos de relaciones adúlteras era tal, que para la clase dominante, es decir, los españoles, se hizo necesario regular como se podía establecer el matrimonio e impedir la mezcla de clases sociales para así, no perder su supremacía.  Pero este es otro tema, que comentaré más adelante.


Fuentes: Historia de la Vida Privada de Chile. Tomo I
               Historia critica y social de Chile. 
               El matrimonio en Chile. Revista Chilena de Drecho. 

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