El día que Lord Byron estuvo en Chile (Parte III Final)

Ya estamos en Valparaíso, donde, como comentaba en la entrada anterior, nada más desembarcar, fueron rodeados por soldados chilenos bayoneta en mano por tratarse de prisioneros ingleses.

Fueron conducidos al gobernador de Valparaíso, que en esa época era apenas una caleta con un mercado y algunas casas en sus cerros. Era este un hombre egoísta, orgulloso, incapaz de tener en consideración siquiera la alimentación de sus prisioneros. Los envió a los calabozos con una ración de pan duro y agua durante todo el tiempo que estuvieron ahí.

Encarcelados en Valparaíso en pésimas condiciones

Unos días después, el capitán Cheap y su oficial Hamilton, consiguieron, al mostrar sus credenciales de oficiales, que se les trasladara a Santiago, pero Byron y Campbell continuarion en Valparaíso.  

En un país tan alejado del mundo, cualquier situación distinta es una novedad, por lo que ellos se transformaron en la noticia de ese momento. Las familias hacían fila para verlos de cerca, aunque estuvieran llenos de piojos, pulgas y desnutridos. Los soldados, por otro lado, aprovecharon esta situación como una oportunidad de mejorar sus ingresos y recibían los "aportes voluntarios" de los curiosos.  Al poco tiempo quedó de manifiesto el estado de alimentación deplorable que se les daba y, cuando el gobernador se negó a mejorarla, esos mismos curiosos, les regalaban comida y dinero a los prisioneros.

Pasadas las semanas, ellos también fueron enviados a Santiago, por lo que viajaron 5 días con un arriero que los dejó en las puertas del palacio del Gobernador, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia, don José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego. Fue este unos de los grandes gobernadores de Chile. Se dedicó a fundar ciudades en el territorio, además de mejorar las condiciones urbanísticas de Santiago.  Fue tan bueno su trabajo, que luego de estar en Chile, fue enviado a Perú como Virrey. En este cargo estaba cuando ocurrió el Terremoto de Lima en 1746. Un fuerte movimiento, que mató a más de 5.000 personas y dejó solo 25 casas de Lima en pie. Pero Manso de Velasco se arremangó la chaqueta y puso manos a la obra. Su trabajo de reconstrucción fue reconocido incluso por el Rey otorgándole el título de Conde Superunda (sobre las olas). Este personaje muere en España, acusado de traición, luego de ser enviado como prisionero a Cádiz.  Por cosas del destino, cuando se le había autorizado el regreso a España, cuando la isla fue sitiada por los ingleses. Al ser el militar de más alto rango (con 74 años) toma el mando de la defensa pero, al no tener los medios para concretarla, tuvo que rendirse.

José Antonio Manso de Velasco Gobernador de Chile




El encuentro con nuestro protagonista fue antes de que sucedieran todas estas cosas, ya que fue justo el año anterior a su nombramiento como Virrey.

Decía que los había recibido en el palacio, José Manso de Velasco y fueron entregados al doctor Patrick Gedd, médico escocés que llavaba varios años en el país y que era muy apreciado por su condición de médico y además, se había casado con una chilena de gran fortuna.

Comenta Byron la belleza de Santiago, describiendo su clima y sus casas.  Le llama la atención que las edificaciones sean de un piso, pero entiende que no puede ser de otra forma considerando que somos un país sísmico y ya antes habian ocurrido eventos donde habían muerto muchas personas.

Según indica, es costumbre andar a caballo, ya que "tiene que ser un indio mui pobre el que no posea sus cuatro o cinco caballos, i no hai en el mundo mejores jinetes que los chilenos, lo que no es de extrañar porque jamás se resuelven a andar de a pié más de unas cien yardas. Estos hombres son tan diestros que recojen del suelo un guante o un pañuelo, yendo a todo el galope del caballo, ilos he visto montarse a la grupa de toros salvajes sinq ue todos los esfuerzos de la bestia los hayan podido voltear."

Respecto de las mujeres, si decía que en el sur eran bellas, acá señala que son "notablemente hermosas i mui extravagante para vestirse. Llevan sumamente largo el cabello, que es de lo más abundoso que se puede concebir, sin ponerse en la cabeza otros adornos que unas cuantas flores; se lo peinan atrás en cuatro trenzas que enroscan en una horquilla, la cual luce en cada estremidad una rosa de diamantes.  Su camisas están llenas de encajes, i sobre ellas se ponen un pequeño corpiño mui ajustado. Las basquiñas(1) son abiertas adelante i dobladas las faldas para atrás, i van adornadas comunmente con tres hileras de riquísimos galones de oro o plata. En el invierno se ponen una chaqueta de paño recamado de oro o plata, que en el verano es del lienzo más fino, cubierto de los más preciosos encajes de Flandes.  Las mangas de estas chaquetas son inmensamente anchas. Cuando el aire está mui frío, se echan encima una capa, que es solo de bayeta(2) de los más lindos colores, i toda rodeada de galones. Cuando salen de casa, se onen un velo arreglado de tal modo que se les ve un ojo. Tienen el pié mui chico, y se precian de esto tanto como los chinos.  Se calzan zapatos calados i recortados; las medias de seda, con adornos de oro i plata; i les gusta mucho dejar ver colgándole debajo de la basquiña el estremo de una liga bordada.  Andan con el pecho i los hombres mui escotados, i a decir verdad no cuesta mucho adivinarles las formas por su manera de vestir. Tienen lindos ojos chispeantes, un injenio mui listo, una gran fondo de bondad y una decidida disposición a la galantería."

Modo de usar el tapado muy popular en Chile pero más famoso en el Perú
En capital, es tratado como una visita ilustre más que como prisionero.  Si bien siguen siendo ingleses, quedan a cargo del médico escocés y con libertad de acción.  Durante dos años viven en Santiago, tiempo suficiente para aprender idioma y costumbres. Se les asigna, además, una asignación para sus gastos. Gracias a ese dinero, puede vivir los dos años que siguientes y antes de partir de vuelta a Londres, le hace un regalo al guardia de la cárcel de Valparaíso, en retribución por la amabilidad y preocupación que mostró con ellos durante el tiempo de su encarcelamiento.

Le llama mucho la atención las corridas de toros, aunque no son las primeras que ha visto, ya que ha visitado antes Lisboa. Pero, según dice, acá no se les pone nada a los cuernos de los toros para evitar que hagan algún daño, lo que convierte el espectáculo en un show de alto riesgo. 

Corridas de Toro, en Chile, se hacían en la Plaza de Armas


Comenta además que las mujeres, como salen poco de casa, aprovechan cualquier ocasión pública para hacer alarde de sus joyas y atavíos. Van a las corridas de toros a exhibirse, mismo caso que las procesiones de los santos que son muchas en nuestro país. Las muestras de devoción con dolor físico era común en esos días. "He visto a cincuenta i sesenta penitentes seguir estas procesiones; llevan unas largas vestiduras blancas, con gran cola, i altos bonetes(3) echados hacia adelante, que les tapan por completo la cara i que solo tienen dos agujeros para que puedan mirar por ellos; así es que nunca se les  puede reconocer. Van con las espaldas desnudas i se azotan con unas disciplinas(4) hasta que la sangre les corre por la larga cola."

Penitentes en de procesiones

Disciplina

Como es un extranjero, no se ve ajeno a las intrigas matrimoniales en un mercado exigente para las mujeres, ya que, producto de las guerras y condiciones laborales, la competencia es muy dura para conseguir marido. Pero logró salir soltero del país.

La comida le gusta mucho aunque asegura que debió acostumbrarse a lo condimentado de ella, porque "todo lo condimentan tan fuertemente con ají, que los que no están acostumbrados a él, sienten desde el primer bocado como un fuego que les queda abrasando el pecho más de una hora."

En diciembre de 1744 se embarcaron el Valparaíso en la fragata Lys, con rumbo a Europa. La travesía fue larga, ya que debieron viajar a Concepción a buscar provisiones, pero a los pocos días del zarpe, como iba la nave muy cargada, tuvieron que alejarse del convoy y devolverse a Valparaíso a arreglar el desperfecto.  Esto fue una suerte porque el resto de la caravana, fue atacada por piratas.

Para marzo de 1745 estuvo lista la fragata y ahora sí partieron sin problemas hacia Cabo de Hornos. En Julio de ese año se detienen en el Cabo Frances (República Dominicana) donde se unen a otra caravana y así poder navegar seguros de no ser atacados por piratas.

Llegados a Francia en calidad de prisioneros, tuvieron que esperar unas semanas, para que la Corte de España les diera la libertad.  Ya con los documentos listos, embarcaron en lo primero que encontraron que fue un buque holandés. Este capitán los engañó y partió sin avisarles destino, pero, en ese momento, aparece un navío inglés al que fueron transferidos.

Desembarcan en Dover, con nada de dinero y agotados por todo lo que les había sucedido, intentan llegar cada uno como puede a Londres.  Nuestro joven protagonista, agota un caballo de posta que no devolvió cuando correspondía para llegar a la casa desde donde había salido. Lamentablemente se encuentra con que su familia ya no vive ahi.  Sin un peso en el bolsillo, ni para pagarle al cochero que lo llevó a su casa, por un momento desespera. Pero no en vano pasó por tantas peripecias. Recuerda a un tendero que conocía de niño quien, al reconocerlo, no dudó en ayudarlo. Pagado el cochero y le informaron sobre su hermana que se había casado con un Lord. No fue reconocido por el mayordomo, pero a su insistencia, pudo ver a su hermana y al fin, estuvo de vuelta. Habían pasado cerca de 5 años.  


(1) Falda larga usada para salir de casa, confeccionada con muchos pliegues en la cintura para darle mucho ruedo en la parte de abajo, normalmente era negra, pero se usaba también en colores.
(2) Pieza de tejido de lana, tosca un poco afelpada en uno de sus lados.
(3) Sombrero en punta.
(4) Látigo de cuerdas entretejidas usadas por la Iglesia como martirio para el perdón de los pecados 

Fuentes: Relato del Honorable Lord Byron. Traducción José Valenzuela, 1901. 

1 comentario:

  1. esa pintura de Rugendas representa a la mujer Limeña en la Alameda del Rímac.

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