El Conde de Aranda y el futuro de la América Española


Firma del Tratado de Paris 1783. Inglaterra se negó a posar para el cuadro

En Mayo de 1783 se publicaba en Santiago, capital del Reino de Chile, un bando con la noticia de que tres meses antes, se había celebrado en París los acuerdos preliminares de paz con Inglaterra. En consecuencia, el rey mandaba que cesara todo acto de hostilidad por tierra y por mar entre sus vasallos y los de Gran Bretaña, pero recomendaba no descuidar las medidas de precaución para atender la defensa del reino si fuera necesario.

Recordemos que España, a raíz de los Pactos de familia que mantenía con Francia, había apoyado el esfuerzo de los revolucionarios americanos con el fin de conseguir la devolución de los territorios perdidos en guerras anteriores frente a Inglaterra y Portugal, y es en circunstancias del truinfo americano, que logra recuperar Menorca y ambas Floridas, las costas de Nicaragua, Honduras y Campeche. 

A raíz de esto, el Conde de Floridablanca señalaría que "desde dos siglos atrás, la España no celebrado un tratado tan ventajoso", pese a que su mayor anhelo había sido recuperar Gilbraltar, punto en que los ingleses se mostraron inflexibles.

Con una absoluta falta de visión, Francia y España, que eran la cuna de los reinos absolutistas,  habían metido mano (enviando armas, dinero y hombres) en un problema interno de Inglaterra y sus colonias y que, a la postre, les estallaría en la cara convertidas en la Revolución Francesa y las independencias de la América Española.

Última hoja del Tratado


Ya en 1778 un ensayo publicado en Londres con motivo de la alianza entre Francia y las colonias inglesas de América profetizaban, dirigiéndose  a Luis XVI:

"Monarca imprudente, armáis vuestros ejércitos para sostener la independencia de la América i las máximas de su congreso. Existe una potencia que hoi se levanta sobre esas leyes: es la de los razonadores ambiciosos: ella conduce a una revolución en América; i quizá prepara otra en Francia. Los lejisladores de América se anuncian como los discípulos de los filósofos franceses: ellos ejecutan lo que ellos han soñado ¿Los filósofos franceses no aspiran también a ser lejisladores en su propio país? ¿Cuánto peligro no hai en poner la flor de vuestros oficiales en comunicación con hombres entusiastas por la libertad? Lo comprenderéis demasiado tarde, cuando oigáis repetir en vuestra corte los axiomas vagos i especiosos que ellos habrán meditado en los salones de América. ¿Cómo, después de haber derramado su sangre por una causa que se llama de la libertad, harán respetar vuestras órdenes absoluta? La Inglaterra quedará demasiado vengada de vuestros propósitos hostiles cuando vuestro gobierno sea examinado, juzgado, condenado según los principios que se profesan en Filadelfia i que se apaluden en vuestra capital."

Hombres ilustrados de España vieron el peligro que acarreaba la situación e intentaron buscar soluciones antes de que la debacle del imperio se produjera.

El Conde de Aranda se encontraba como embajador en Paris cuando ocurre la firma del Tratado en 1783 y participa de las negociaciones, pero eso no le impide lamentar las actividades de España en la guerra:

"La independencia de las colonias americanas queda reconocida i esto es para mí un motivo de dolor i temor. Francia tiene pocas posesiones en América, ha debido considerar que España, su íntima aliada, tiene muchas i que desde hoy se halla espuesta a las más terribles conmociones".




Según la propia opinión de Aranda, Francia "nos envolvió a nosotros en una guerra que también hemos peleado contra nuestra propia causa" ya que "España ha dado un mal ejemplo a sus colonias".

Y tenía toda la razón. El alzamiento de la república federal americana, con sus consignas de libertad y prosperidad para todos los hombres, es un factor preponderante en los procesos revolucionarios de la América española. El venezolano Francisco de Miranda, expedicionario español en las guerras de Estados Unidos, urde su plan de independizar a América de España estado en Nueva York en 1784. obviamente, con ayuda de Inglaterra, siempre dispuesta a devolver la mano, pero bajo la mesa.

Sigamos con Aranda, un clarividente político que el destino se encargó de confirmar:

“Dejo aparte el dictamen de algunos políticos, tanto nacionales como extranjeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio español en las Américas no puede ser mui duradero, fundado en que las posesiones tan distantes de sus metrópolis jamás se han conservado largo tiempo. En el de aquellas colonias ocurren aún mayores motivos, a saber la dificultad de socorrerlas desde la Europa cuando la necesidad lo exige; el gobierno temporal de virreyes y gobernadores que la mayor parte van con el mismo objeto de enriquecerse; las injusticias que algunos hacen a aquellos infelices habitantes; la distancia de la Soberanía y del Tribunal Supremo donde han de acudir a exponer sus quejas; los años que se pasan sin obtener resolución; las vejaciones i venganzas que mientras tanto experimentan de aquellos jefes; la dificultad de descubrir la verdad a tan larga distancia, i el influjo que dichos jefes tienen no sólo en el país con motivo de su mando sino también en España de donde son naturales. Todas estas circunstancias si bien se mira contribuien a que aquellos naturales no estén contentos o que aspiren a la independencia siempre que se les presente ocasión favorable”. 

“Dejando esto aparte como he dicho me ceñiré al punto del día que es el recelo de que la nueva potencia formada en un país donde no hai otra que pueda contener sus proyectos nos ha de incomodar cuando se halle en disposición de hacerlo. Esta república federativa ha nacido, digámoslo así, pigmeo, porque la han formado y dado el ser dos potencias poderosas como son España y Francia auxiliándola con sus fuerzas para hacerla independiente; mañana será gigante conforme vaya consolidando su constitución, y después un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensará más que en su engrandecimiento. La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en términos inmensos y las ventajas que ofrecía aquel nuevo gobierno, llamaron a labradores y artesanos de todas naciones, porque el hombre va donde piensa mejorar de fortuna, y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado”.

Firma de Declaración de Independencia de EE.UU.

“Engrandecida dicha Potencia Anglo-Americana, debemos creer que sus miras primeras se dirigirán a la posesión entera de las Floridas para dominar el seno Mejicano. Dado este paso, no sólo nos interrumpirá el comercio con Méjico siempre que quiera, sino que aspirará a la conquista de aquel vasto imperio, el cual no podemos defender desde Europa contra una potencia grande, formidable, establecida en aquel continente y confinante con dicho país”.

“Esto, Señor, no son temores vanos, sino un pronóstico verdadero de lo que ha de suceder infaliblemente dentro de algunos años, si antes no hay un transtorno mayor en las Américas. Este modo de pensar está fundado en lo que ha sucedido en todos los tiempos con la nación que empieza a engrandecerse. La condición humana es la misma en todas partes y en todos climas. El que tiene poder y facilidad de adquirir no lo desprecia; y supuesta esta verdad ¿cómo es posible que las colonias Americanas cuando se vean en estado de poder conquistar el Reino de México, se contengan y nos dejen en pacífica posesión de aquél país? No es esto creíble, y así la sana política dicta que con tiempo se precavan los males que pueden sobrevenir”.

“Después de las más prolijas reflexiones, que me han dictado mis conocimientos políticos y militares y del más detenido examen sobre una materia tan importante, juzgo que el único medio de evitar tan grave pérdida, y tal vez otras mayores, es el que contiene el plan siguiente:

Que Vuestra Majestad se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las Islas de Cuba y Puerto Rico, en la parte septentrional, y algunas que más convengan en la parte meridional, con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español”.

“Para verificar este vasto pensamiento de un modo conveniente a la España se deben colocar tres Infantes en América, el uno de Rey de Méjico, el otro del Perú, y el otro de los restante de Tierra Firme, tomando V.M. el título de Emperador”.

División de América propuesta por Aranda

“Las condiciones de esta grande cesión pueden consistir en que los tres Soberanos y sus sucesores reconocerán a V.M. y a los príncipes que en adelante ocupen el trono español por suprema cabeza de la familia”.

“Que el Rey de Nueva España le pague anualmente por la cesión de aquel reino una contribución de los marcos de la plata en pasta o barras para acuñarlo en moneda en las casa de Madrid o Sevilla”.

“Que el Perú haga lo mismo con el oro de sus dominios”.

“Y que la Tierra Firme envíe cada año su contribución en efectos coloniales, especialmente tabaco para surtir los estancos de estos reinos”.

“Que los dichos Soberanos y sus hijos casen siempre con Infantas de España o de su familia y los de aquí con Príncipes o Infantes de allá, para que de este modo subsista siempre una unión indisoluble entre las cuatro coronas, debiendo todos jurar estas condiciones a su advenimiento al trono”.

“Que las cuatro naciones se consideren como una en cuanto a su comercio recíproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la más estrecha alianza ofensiva y defensiva para su conservación y fomento”.

“Las ventajas de este plan son que la España, con la contribución de los tres Reyes del Nuevo Mundo, sacará mucho más producto líquido que ahora de aquellas posesiones; que la población del reino se aumentará sin la emigración continua de gente que pasa a aquellos dominios; que establecidos y unidos estrechamente estos tres reinos bajo las bases que he indicado, no habrá fuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones ni tampoco el de España y Francia en este continente; que además se hallarán en disposición  de contener el engrandecimiento de las Colonias Americanas o de cualquiera nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo; que España por medio de este tráfico despachará bien el sobrante de sus efectos y adquirirá los coloniales que necesite para su consumo; que con este tráfico podrá aumentar considerablemente su marina mercante, y por consiguiente la de guerra para hacerse respetar en todos los mares; que con las Islas que he dicho no necesitamos más posesiones, fomentándolas y poniéndolas en el mejor estado de defensa, y sobre todo disfrutaremos de todos los beneficios que producen las Américas sin los gravámenes de su posesión”.

“Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio; si mereciese la Soberana aprobación de V.M. la extenderé explicando el modo de verificarla con el secreto y precauciones debidas para que no lo trasluzca la Inglaterra…”.

Analizado este plan en la perspectiva del tiempo, es una estrategia inteligente y  resulta admirable, por lo demás, la lectura política de este hombre hacia la situación actual y futura que enfrentaría España.

Pero, lamentablemente, no sería siquiera discutido en las cortes reales, pero él insistía en cada correspondencia que enviaba al rey.

"Si los americanos nos aborrecen, no me admira, según los hemos tratado, si no la bondad de los soberanos, las sanguijuelas que han ido sin número, i no entiendo que haya otra manera de evitar el estampido que el de tratarlos mejor" 

Recomendaba enviar mejores empleados para luego volver a su plan de dividir el imperior con objeto de conseguir una mejor administración, pero esta vez ofreciendo entregar territorio a Portugal.

"Mi tema, es que no podemos sostener el total de nuestra América, ni por sus estensión ni por la disposición de algunas partes de ella, como Perú y Chile, tan distantes de nuestras fuerzas; ni por tentativas que potencias de Europa pueden emplear para llevarsénos o solevarlos (sublevarlos) Portugal es lo que mas nos convendría, i solo él nos sería mas útil que todo el continente de América exceptuando las islas. Yo soñaría el adquirir el Portugal con el Perú, que por sus espaldas se uniese con el Brasil, tomándo por límites la desembocadura del Río Amazonas, siempre río arriba, hasta donde se pudiese tirar una línea que fuese a caer en Paita, i aun, en necesidad, mas arriba a Guayaquil. Establecería un infante en Buenos Aires, dándole también a Chile. Pero si solo dependiende de agregar a éste al Perú para hacer declinar la balanza a gusto de Portugal en favor de la idea, se lo diera igualmente, reduciendo al infante a Buenos Aires i dependencias."

"Quedaría a la España desde el Quito comprendido, hasta sus posesiones del norte, i las islas que posee al Golfo de Méjico, cuya parte llenaría bastante los objetos de la corona i podría ésta dar por bien empleada la desmembración de la parte meridional por haber incorporado con otra solidez el reino de Portugal."

"Me he llenado la cabeza de que la América meridional se nos irá de las manos, i ya que hubiese de suceder, mejor un cambio que nada."  


Conde de Floridablanca

En Madrid, no consideran en serio estas advertencias y Floridablanca, a la sazón, ministro de Carlos III contestaba de la siguiente forma a estas recomendaciones:

"El remedio de la América por los medios que V.E. dice sueña, es mas para deseado que para conseguido. Por mas que chillen los indianos i los que han estado allá, crea V. E. que nuestras Indias están mejor que nunca, i que sus grandes desórdenes son tan añejos, arraigados i universales, que no pueden evitarse en un siglo de buen gobierno, ni la gran distancia permitirá jamás el remedio radical. La especie del cambio (del Portugal por el Perú) es graciosa. ¡Utinam!"

Aquella situación que, según los mismo políticos españoles, no podía mejorarse en un siglo de buen gobierno, iba a solucionarse apenas treinta años más tarde por medio de una revolución radical y completa.





Fuentes:
- Historia Jeneral de Chile. Tomo VI. Diego Barros Arana
- www.hispanoamericaunida.com
- www.momentos españoles.es

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